Al 31 de diciembre de 2019, en uno de los medios de comunicación que circulan en el país se escribía: “Los hogares con conexión a Internet representan el 46.6%, a escala urbana, contra el 16.1% que accede desde localidades rurales”, (El telégrafo, 2019). En el mismo artículo se indica: “Si bien se habla de un recorte en la brecha digital, también se mantiene el analfabetismo digital. Eso sí, se ha recortado a la mitad en los últimos 6 años, del 21.4% al 10.7%”.
Ese mismo año, en un artículo bajo el nombre “Ecuador reduce brecha digital con acceso a Internet barato en zonas rurales”, publicado en noviembre de 2019 (Xinhua en español), mencionaba: “El programa Internet para todos dotará a todo el país con tecnología 3G, pero solo 537 parroquias tendrán cobertura 4G, con Internet de bajo costo, además que se activarán 1450 puntos de wifi gratuitos”. En el mismo artículo se afirma que, “Uno de cada 10 hogares ecuatorianos tienen servicio de Internet (37.2%), y, uno de cada 10 cuenta con una computadora de escritorio o portátil (11.1%)”.
La información referida anteriormente, es tan solo una muestra de un indicador que pone de relieve la diferencia que existe, no solo entre los sectores rurales y urbanos, sino también, en las principales ciudades del País, en donde se experimenta la falta de acceso a los recursos tecnológicos para desarrollar nuevas formas de aprendizaje, especialmente de aquellas que requieren de un computador con acceso a Internet.
La voz de alerta que nos debería preocupar a todos quienes estamos inmersos en la educación en todos los niveles, es, que si queremos que el sistema educativo funcione en esta nueva realidad que nos ha tocado vivir, aplicando metodologías basadas en plataformas virtuales o modalidad en línea, deben encontrarse soluciones para reducir esta brecha digital y en esta tarea confluyen proveedores de Internet, organizaciones gubernamentales, ONG’s, empresa privada, Instituciones educativas, entre otros.
Regresando a nuestra realidad actual, nos encontramos con un escenario en el cual el acceso a los recursos tecnológicos que son necesarios para la educación en línea, se convierte en un factor de alto impacto que amplía la brecha, ya no digital, sino educativa y social, que impide que las facilidades que brinda este nuevo paradigma en la educación, sea de acceso limitado.
En la educación en línea, además de las diferentes técnicas y metodologías educativas necesarias para esta modalidad, convergen también tecnologías de información y comunicaciones que requieren de esta interacción profesor – estudiante en las clases dictadas en línea, y esta interacción debe realizarse mediante el uso de un computador, pero, de acuerdo a la información proporcionada al inicio de este artículo, solo uno de cada 10 hogares cuenta con un computador en casa (¿??). Entonces la pregunta a continuación es: ¿puede realizarse esta interacción profesor-estudiante mediante el uso de otros dispositivos? La respuesta es, depende del nivel en el que se esté dictando clases (inicial, medio, tecnológico, superior), pero en cualquiera de los casos, un celular o una Tablet no podrá reemplazar de ninguna manera la versatilidad y facilidad que presta un computador de escritorio o una laptop.
En esta segunda problemática, nuevamente debe realizarse un análisis profundo sobre cómo dar acceso a equipos (entiéndase computadores de mesa o portátiles) que sin desmerecer su calidad puedan ser asequibles a un bajo costo o buscar otras alternativas como los rasperrby (https://www.raspberrypi.org/), que permitan cubrir este déficit tremendo que existe actualmente en los hogares ecuatorianos.
La producción nacional de estos computadores debe incentivarse, ya sea mediante exenciones tributarias y mediante la revisión de los aranceles de las partes importadas, todo con el objetivo de abaratar costos y de esta forma dar acceso a quienes no tengan aún un computador en casa.
La educación en línea ha llegado para quedarse, y la búsqueda de soluciones para dar una mayor cobertura a estudiantes de los entornos rurales y urbanos que se enfrentan a las dos aristas del problema descritas en este artículo, deben implementarse en el corto y mediano plazo, de tal forma que se pueda mitigar el impacto negativo que esto pueda tener sobre el futuro de nuestros educandos.