En los últimos 6 meses del año ha surgido una nueva sociedad, una sociedad adolecida de circunstancias, pero repleta de cambios profundos, que la han llevado casi de forma obligatoria a adaptarse y aprender sobre nuevas formas de relacionarse y vivir. Cada día transcurrido nos acerca más al concepto de virtualidad, ese concepto que hasta hace muy poco enardecía la opinión de muchos por su contexto a veces vació e irreal.
Reconocimos en su aparición, el potencial que llevó consigo desde sus inicios, ese que ha permitido la continuidad y el fortalecimiento de la industria, la economía y la sociedad en general, pero en realidad vimos con recelo que la virtualidad nos acercaba hasta cierto punto, que aún con toda la información y la tecnología disponible, un fenómeno desconocido llegaba para alejarnos de la experiencia del contacto y la presencia física, en acecho a la seguridad de nuestra privacidad e intimidad.
Sin embargo, hoy el confinamiento nos obligó a dar vuelta a esa mirada habitual e inerte de los seres humanos ante lo nuevo o desconocido, pues la virtualidad con todo y sus matices se ha convertido en un poderoso aliado para abrir un abanico de oportunidades de transformación, permitiendo el surgimiento de una “nueva sociedad virtual”, un sistema donde convergen hombres y mujeres de todas las edades y razas, entrelazados por un mundo infinito de saberes, experiencias y conocimientos.
De ahí, que desde el seno de nuestra UTEG, se brindan herramientas que permiten más allá del reconocimiento de la virtualidad como una nueva forma de interacción, la consolidación de un sistema idóneo donde cohabita la formación profesional, el desarrollo humano, nuestras culturas y creencias, alineadas al valor de la vida tan necesario en tiempos actuales, dirigiéndonos hacia la conquista y preparación del ser integral que tanto requiere la sociedad, sincronizados con la evolución, conectados con la vida, con los seres que amamos, y sobre todo con lo que somos y podemos ser.
El surgimiento de esta “nueva sociedad virtual” supone un compromiso mayor, donde la educación como eje principal del desarrollo y sustentabilidad de cualquier nación, debe promover la construcción y ocupación de espacios para inéditas formas de relacionarse y convivir en mundo virtual altamente complejo, pero promisorio cuando este es aprovechable para la generación del conocimiento, la formación y la capacitación.
Tiempos difíciles nos aquejan, los embates continuaran como constante de la dinámica humana, pero con un elemento diferenciador sobre todas las crisis suscitadas en la historia de la humanidad: “la virtualidad”, la cual nos hace participes activos de la Era tecnológica, del avance y el cambio, representada por un sistema repleto de oportunidades de crecimiento, vinculados e inmersos en una realidad inequívoca de transformación donde yace la nueva sociedad virtual.
PhD. Ninfa C. Moreno
Coordinadora académica